"Gracias a todos esos amigos que siempre me piden opinión sobre los viajes que van a realizar, ellos me dieron la idea de hacer este blog.
En especial a mi amigo Jesús que me dio el empuje necesario para ponerlo en marcha. Y por supuesto a todos los que me leéis.
Un beso para todos vosotros. "

 

Islandia


Julio 2023


En esta oportunidad os voy a hablar de mi viaje a Islandia. Antes de nada os enumeraré varios puntos que os pueden resultar de interés:

  • Aunque yo he viajado en verano es necesario llevar ropa de abrigo, no en vano se llama Iceland (tierra de hielo). Yo metí en la maleta un buen cortavientos que utilizo para la nieve, forros polares y botas de montaña (apropiadas porque las sendas son bastante pedregosas). Id preparados en plan cebolla, se pasa del calor al frío y a un viento helado en cuestión de segundos.
  • Me parece práctico llevar una capa de agua o similar, puesto que aparte de que es posible que llueva, para andar por algunas cascadas la vas a necesitar si no quieres empaparte. (Se pasa por debajo de alguna y otras salpican de forma sorprendente).
  • Siguiendo con el tema ropa, no olvidéis meter bañador, toalla y chanclas. Hay muchos sitios donde poder bañarse en sus aguas termales.
  • En verano nos hemos encontrado con que, aunque hay algunas horas (escasas) en las que desaparece el sol, la claridad se mantiene. Para mí es día continuo. Algo beneficioso a la hora de las visitas a los impresionantes emplazamientos que existen en la isla, pero un gran problema, para mí al menos, a la hora de dormir. Yo llevé un antifaz y he de reconocer que me resultó de gran utilidad.
  • Sobre los enchufes, decir que usan los mismos que en España.
  • Se puede pagar todo con tarjeta, así que nos despreocupamos de llevar efectivo y cambiar (si lo hacéis recordad que es mejor hacerlo en el propio país). El cambio cuando nosotros viajamos era 1€ equivalía a 145 / 147 coronas islandesas. Podéis comprobar en esta página el actual https://www.xe.com/es/
  • La zona horaria en Islandia es UTC+0. 
  • Sobre el coche de alquiler: En todas partes recomiendan un 4x4 puesto que hay multitud de carreteras que en realidad son caminos repletos de piedras. Pero si hacéis como nosotros, seguir la carretera de circunvalación de la isla, saliendo poco por secundarias, en realidad, no vimos la necesidad. Aunque alquilamos un 4x4 por todas esas advertencias. No obstante, si vuestra idea es adentraros más y coger esos caminos mal llamados carreteras, en verdad, elegid un 4x4. Tened en cuenta también que fuimos en verano por lo que no nos cruzamos con hielo.
  • Seguridad. Islandia es un país seguro. Una cosa que me llamó la atención fue cuando nos dieron el coche de alquiler, venía si la bandeja de la parte de atrás. Nosotros se la pedimos para que no se viera el equipaje, pero nos dijeron que así cabrían mejor las maletas. Lo siguiente fue preguntarles si no robaban, y la respuesta fue clara: No. A ver, yo soy de Madrid, y si en el coche dejas maletas a la vista de todo el que pasa, ese coche lo abren fijo.
  • Gasolina. Hay tramos largos en los que no vais a encontrar donde llenar el tanque, así que tenedlo en cuenta y aprovechad la ocasión cuando se os presente.
  • Supermercados donde comprar. Aunque hay varias cadenas, nosotros íbamos a Bonus (el del cerdito en el logo) y a Nettó. Se supone que el primero es el más económico de Islandia, pero, en cuanto a precios, el segundo no le anda a la zaga.
  • Souvenirs. En Islandia hay mucha importación. Sin embargo, están muy orgullosos de sus productos lácteos. Como veréis a lo largo de vuestra ruta, hay muchas ovejas, de una raza peculiar de la zona. Son resistentes al frío y muy autónomas. Ni grandes ni pequeñas, con patas cortas (las llamábamos paticortas) y libres de lana en cara y piernas surten de lana al país. Encontrarás prendas de todo tipo de este material, eso sí, para mi gusto pican bastante, pero es indudable que abrigan. En las tiendas los jerséis vienen a costar unos 250€, en tiendas de segunda mano en Reikjavik puedes encontrarlos más económicos.


Día 1 (Sábado 15/07): 


Volamos con Iberia express al aeropuerto internacional de Keflavik (https://www.iberiaexpress.com/) ya que ofrecía vuelo directo, 4 horas y media, y fue el más económico que encontramos. Eso sí, a horas intempestivas. 

Aterrizamos a la 1 de la mañana. En cuanto recogimos el equipaje, nos dirigimos a por el coche. Reservamos un Dacia Duster 4x4 en Ice Rental Cars, cuyas oficinas están a unos 5 minutos del aeropuerto andando. También cuentan con una lanzadera, o al menos eso nos dijeron, porque al llegar a esas horas, aunque se suponía que iban a venir a buscarnos, no lo hicieron. 
Lo elegimos utilizando el comparador: https://rentalcars.com/ (si me leéis, ya sabéis que es el que suelo emplear).

Tengo que admitir que nuestra idea inicial había sido reservar una autocaravana, pero como lo dejamos para el último momento, no logramos encontrar ninguna del tamaño deseado. Así que si estáis pensando en hacer algo de esa naturaleza, no lo demoréis mucho. 

Esa noche, aun cuando solo fueron unas pocas horas, reservamos habitaciones en un guesthouse cercano al aeropuerto. 
Lo mismo que con la caravana, al realizar las reservas con menos de dos semanas de antelación, tuvimos problemas de capacidad (había pocas opciones). Además, hay que tener en cuenta que los alojamientos en Islandia son caros y ni de lejos de la calidad con la que contamos en España.
El elegido fue Bank Guesthouse by KEF Airport. Los baños eran compartidos y no incluía desayuno, lo que sí había era máquina de café y tetera en la cocina también compartida. He de reconocer que al menos estaba limpio y era económico. Tenía aparcamiento gratuito. Y lo mejor de todo es que no les importa la hora a la que te presentes, pues cuentan con cerraduras inteligentes (te mandan el código un par de días antes de la llegada).

Día 2 (Domingo 16/07): 


Tras dormir unas pocas horas y desayunar algunas galletas que habíamos traído de España, comenzamos el viaje.

Ese día visitamos lo que se conoce como el Círculo dorado de Islandia: Gullfoss, Geysir, Thingvellir, aguas termales de Laguna secreta y lago en cráter volcánico de Kerid. Las dos últimas no las visitamos, sin embargo, hubo lugares similares a lo largo del camino que sí pudimos conocer.

Nuestra primera parada fue Seltún (Krýsuvík) situada en un área de intensa actividad volcánica y geotérmica en la península de Reykjanes. Es un paisaje de humeantes manantiales termales, lodos hirvientes y grietas en el suelo que arrojan gases y agua calentada por capas subterráneas de magma en ebullición (estamos hablando de temperaturas bajo tierra de 200ºC).
Es una región que concentra el mayor número de calderas activas de Islandia. Esto convierte el paisaje en un contraste continuo de colores (marrones, verdes, rojos y amarillos) teñidos de minerales, vapor y el olor acre del azufre (huevo podrido).



Continuamos bordeando el lago Kleifarvatn que, con 9 kilómetros cuadrados de superficie, es el mayor de la península de Reykjanes. También es uno de los más profundos de Islandia, alcanzando los 97 metros. Ubicado en una de las zonas de fisura de la península, se caracteriza por no tener un desagüe natural en superficie, o lo que es lo mismo, no hay ningún río que salga del lago. Tampoco hay corrientes de agua que lo alimenten, más allá de un pequeño aporte de aguas termales desde Seltún, por lo que se cree que su nivel se regula con el de las aguas freáticas de la zona.
Cuenta una la leyenda que en sus oscuras aguas vive un mítico ser con forma de serpiente y del tamaño de una ballena. Nosotros por más que lo buscamos no lo descubrimos 😋.


Nuestra siguiente parada fue el Parque Nacional Thingvellir (þingvellir), sede del primer Parlamento islandés y donde podremos observar la fisura de Silfra (allí se separan las placas tectónicas norteamericana y euroasiática).
Es el lugar  más emblemático de la historia islandesa puesto que en el 930 d.C. se fundó el primer parlamento del mundo, además fue el lugar en el que Islandia adoptó el cristianismo en el año 1000 y, por si eso no fuera suficiente, ahí nació la República de Islandia en 1944.
En Silfra me recomendaron practicar snorkel. Si investigáis un poco, veréis que merece la pena. El agua es transparente y puedes ver la brecha que sigue creciendo pues aumenta una media de un centímetro al año. El contratiempo es que no permiten bucear a menores de 16 años (nosotros viajábamos con una niña) así que no pudo ser. Si os sirve, aunque te visten con un traje de neopreno que te tapa de pies a cabeza, recomiendan llevar bajo él ropa térmica, y es que la temperatura del agua es de 2ºC (se mantiene estable tanto en verano como en invierno). 
Al pasear por el lugar, encontraréis una bandera izada en medio de un cúmulo de rocas, Lögberg, la roca de la ley. Allí se ubicaba el primer parlamento islandés. Si continuáis el camino, daréis con una cascada, Öxarárfoss.
Y, como comentaba antes, ese fue el lugar en que se Islandia adoptó el cristianismo, luego allí se localiza la primera iglesia del país, Thingvallakirkja. Es una reconstrucción del 1859 puesto que la original no soportó el pasar de los años.
Desde el centro de visitantes salen excursiones gratuitas con guía. Hay baños y tienda donde poder comprar algún bocadillo o sándwich, no hay ningún restaurante. Este parking es de pago, 750 coronas islandesas (unos 5€ aprox.).




Proseguimos hacia Geysir, el famoso surtidor de agua que ha dado nombre a todos los géiseres del mundo, si bien, en la actualidad se encuentra latente a causa de desprendimientos internos en sus túneles y el lanzamiento de objetos y piedras por parte de algunos visitantes. Junto a él veremos a su “hermano”; Strokkur, que emana con toda su fuerza cada pocos minutos chorros de vapor y agua a 90ºC y que podremos disfrutar varias veces durante nuestra visita. Sus erupciones pueden alcanzar los 30 metros de altura, no obstante, Geysir llegó a los 80 m. 
En el centro de visitantes hay un restaurante y aparcamiento gratuito.


Siguiente parada: Gullfoss. Una de las cascadas más famosas de Islandia gracias a sus fabulosos saltos de agua que alcanzan los 32 metros de altura.
Gullfoss significa cascada de oro. Existen diferentes teorías de por qué se le ha dado este nombre. La primera de ellas afirma que es debido a la luz dorada que se refleja en sus aguas al atardecer. Otra se refiere al arco iris que se forma cuando la luz del sol atraviesa las partículas de agua que quedan suspendidas en el aire (algo que por cierto sucede en unas cuantas cascadas de Islandia). La tercera explicación implica una leyenda: Hace muchos años vivió en la zona un granjero llamado Gýgur, quien a lo largo de su vida se hizo con una importante cantidad de oro. El hombre, en vez de disfrutar de su riqueza, se preocupaba constantemente sobre qué ocurriría con su oro tras fallecer. Por este motivo, decidió guardarlo en un cofre y lanzarlo a las profundidades de la cascada para que nadie se hiciera con él.
En el camino se puede ver un monumento dedicado a Sigridur Romasdóttir, la persona que creó en el siglo XIX un sendero para acceder a la cascada y se ocupó de su preservación.
El centro de visitantes cuenta con parking gratuito y una tienda. Cuando nos íbamos intentamos pasar, pero ya habían cerrado.



Esa noche dormimos en Hella, en Ranga Riverside Cabins. Unas cabañas al lado de un lago. Un lugar bastante bucólico. Y, aun siendo cabañas dobles con baño privado, la limpieza brillaba por su ausencia. Entiendo que están situadas en medio del campo y al lado de un lago, pero tantas telas de araña y mosquitos en el interior es poca preocupación por el huésped.
Contaban con aparcamiento gratuito y no incluían desayuno.
En su restaurante, antes de irnos a dormir, pudimos probar la carne de caballo que, según nos indicaron, se trata de un plato común en el país. No obstante, no lo volvimos a hallar en ningún otro restaurante.


Día 3 (Lunes 17/07): 


Esa mañana desayunamos en el centro comercial que había en el pueblo de Hella, donde localizamos una panadería con bollos y diferentes cafés (bakery). 
Tras comprar algo de embutido y pan en el supermercado, nos pusimos en marcha. Visto la poca probabilidad de dar con un lugar donde comer en las visitas, preferimos no arriesgarnos.

Empezamos el día en la cascada de Seljalandsfoss que alcanza los 60 metros de altura. Es famosa porque permite a los viajeros pasar por detrás de la columna de agua. Aquí podréis utilizar la capa de agua o el chubasquero, no lo olvidéis si no queréis salir empapados.
El parking cuesta 900 coronas (6€ aprox.) y hay un puesto donde poder comprar bebidas y bocadillos.


Siguiendo el camino de saltos de agua, llegamos a la cascada Gljúfrabúi. Está a la izquierda de la anterior y a veces pasa desapercibida al encontrarse oculta en un cañón. Aunque solo mide 40 metros de altura sorprende por su ubicación. Con cuidado de no resbalar con las piedras húmedas, pudimos avanzar por el margen derecho del riachuelo hasta ubicarnos prácticamente debajo de ella. 



De camino a la cascada de Skógafoss, vimos en la guía que había una piscina termal gratuita, por lo que decidimos darnos el primer baño del viaje. La piscina Seljavallalaug se construyó hace 100 años, pero está abandonada. 
El agua llega permanentemente de una fuente termal y nadie controla su pureza o temperatura, de hecho, el suelo estaba cubierto de musgo (yo llevaba unos escarpines de agua, así que apenas lo noté). 
No es sencillo localizarla, vimos gente que regresaba al no encontrarla. Hay que dejar el coche en un camino de piedras y seguir la senda unos 10 o 15 minutos. 
Esta piscina fantasma cuenta con unas habitaciones en donde poder cambiarte (recordad que nadie se encarga de su mantenimiento, así que no esperéis unos vestuarios).


Tras un baño reparador, continuamos ruta.
La siguiente parada fue en la cascada de Skógafoss, que con sus 60 metros de altura y 25 metros de anchura es una de las más grandes de Islandia. 
En el merendero que había en la explanada nos hicimos unos sándwiches y comimos tranquilamente, aunque este sitio sí que contaba con un hotel/restaurante. El aparcamiento era gratuito. 
Tras ponernos las botas, subimos los 466 escalones (los contamos) que llevan a la parte alta de la catarata. Y, a continuación, avanzamos por el camino superior para disfrutar de algunos saltos más de agua, todos ellos de menor envergadura. Tuvimos tiempo de deleitarnos con los alrededores y subir hasta lo más alto.



Proseguimos nuestro recorrido hacia los acantilados de la zona sur de la isla y a las playas de arena negra de Vik.
Nuestra primera parada fue Dyrhólaey, un emplazamiento elevado desde donde observar las colonias de frailecillos que anidan durante el verano en la zona (desde mediados de junio a mediados de agosto) y curiosas formaciones de lava.
Hay dos miradores para ver frailecillos unidos por una senda por la que ir paseando, aunque también se puede ir en coche (en ambos hay aparcamiento gratuito).
El arco de Dyrhólaey es un arco de piedra que se eleva unos 120 metros de altura. En esa loalización puedes ver frailecillos, aunque apenas eran puntos negros en el agua. También se contemplan las playas y el océano Atlántico. Si bien, si te giras aparece el casquete del glaciar Mýrdalsjökull. 





Reynisfjara fue nuestro siguiente alto en la ruta. Una playa de arena negra rodeada de un paisaje con impresionantes columnas de basalto y desde donde podremos observar los famosos “Trolls” de Reynisdrangar que, según dice la leyenda, quedaron petrificados al amanecer. Estas grandes columnas de basalto eran en realidad troles que llevaban barcos del océano a la costa. Eran de color oscuro y salían por la noche. Un día, el sol los sorprendió en el horizonte y la luz los convirtió en piedra sólida. Otra leyenda cuenta la historia de un hombre secuestrado por los troles, quienes habían asesinado a su esposa. Dolido y furioso, el hombre fue arrastrado hasta Reynisfjara donde logró congelarlos para que nunca volvieran a matar.
Aquí se filmaron episodios de la temporada 5 y 6 de Juego de Tronos (la verdad es que a lo largo del recorrido darás con varios escenarios de esta conocida serie).
Pudimos meter los pies en el agua helada del mar y cenamos en un restaurante al lado de la playa que estaba a punto de cerrar (cierra a las 19:30). Nos atendieron varios españoles en la barra. Ya veréis como está plagado de españoles trabajando por allí. Por lo visto la isla cuenta con unos 1000.


En carretera, hicimos una breve parada para ver los campos de lava del Laki y caminar entre ellos. 


Continuamos por el sur y nos detuvimos a ver el cañón de Fjaðrárgljúfur. Es un cañón formado por la erosión del agua que baja de los glaciares. Aun cuando la pista que te guía al aparcamiento no está asfaltada, se puede conducir con cualquier clase de coche (no es necesario un 4x4).
Al final del camino encontrarás un par de miradores donde contemplar el cañón y una pequeña cascada (unos 10 minutos andando aprox.).



Esa noche nos alojamos en el Hotel Laki, en Kirkjubæjarklaustur, uno de los mejores hoteles que disfrutamos a lo largo de las vacaciones. Desayuno variado, habitaciones limpias y cómodas y aparcamiento gratuito.

 

Día 4 (Martes 18/07): 


Tras un gran desayuno, salimos del pueblo de nombre impronunciable Kirkjubæjarklaustur para encaminarnos al glaciar Vatnajökull. Sin embargo, antes hicimos una parada en la cascada Svartifoss situada en el parque Nacional de Skaftafell.

La cascada Svartifoss o cascada negra es uno de los saltos de agua que se localizan en el sur de la isla. Sin ser más espectacular que muchas otras del país, presenta una peculiaridad que la hace diferente, está rodeada de columnas hexagonales de basalto negro de origen volcánico. A esta cascada no hay posibilidad de acercarse tanto como en el caso de otras porque las columnas de basalto se desprenden poco a poco, lo que puede causar accidentes.
Para llegar a ella, en el centro de interpretación, cuyo aparcamiento cuesta 1000 coronas, sale la ruta. Podéis hacerla circular, lo que lleva 3/4 de hora la ida y lo mismo la vuelta, o hacerla de ida y vuelta, 3/4 de hora la subida y bastante menos la bajada. Nosotros optamos por la segunda opción puesto que teníamos hora para llegar a nuestra siguiente visita.
Desde el mismo centro de visitantes hicimos otra ruta que nos llevó a una lengua del glaciar Vatnajökull, el tercero más grande del mundo y el segundo de Europa. ¡Es espectacular! Esta ruta nos llevó una hora más o menos.
En el centro de interpretación puedes encontrar restaurante y puesto de comida. No obstante, ese día nosotros nos hicimos un sándwich para llegar a tiempo a la excursión programada.



Continuamos rodeando el glaciar Vatnajökull, es el glaciar más cinematográfico de Islandia. Algunas entregas de James Bond, Tomb Raider, Star Wars o Juego de Tronos han tenido como escenario esta masa de hielo de más de ocho mil kilómetros cuadrados de superficie. 

La noche anterior, desde el hotel, reservamos una excursión en zódiac para navegar en la laguna Fjallsárlón durante 45 minutos (https://fjallsarlon.is/). La laguna en la que flotan algunos icebergs cuenta con un frente glaciar impresionante. Aunque recomiendan llevar ropa impermeable para ir en la barca, no es necesario, puesto que ellos te proveen del equipo imprescindible (pantalones / chaqueta / chaleco salvavidas).




Proseguimos hacia Jökulsárlón, otra laguna de origen glaciar con un tamaño de 18 km2 y cientos de icebergs que se desprenden de la lengua del Breiðamerkurjökull. En su desembocadura las enormes masas de hielo se quedan varadas en una playa de arena negra.


Para concluir el día, llegamos a Höfn, donde cenamos. Nuestra intención era acercarnos al restaurante Pakkhús que recomendaba la guía, pero resultó estar a tope, así que nos decantamos por una pizzería justo en frente, en el mismo puerto de la ciudad.
Tras la cena, dimos una vuelta por el pueblo y acabamos en el hotel Jökull donde pasamos la noche. Este también estaba bastante bien, en comparación. Con aparcamiento gratuito y desayuno incluido.


Día 5 (Miércoles 19/07): 


Comenzamos la jornada acercándonos a un pueblo vikingo cercano a Höfn. Esta réplica se creó como escenario de una película que nunca llegó a filmarse por problemas de financiación y ahora está abierto al público. Se construyó en 2010 y está ubicado en la tierra de un agricultor local. La entrada cuesta 1000 coronas los adultos y gratis los niños.
Se llega al Viking Café, donde se compra la entrada, y se accede en coche. Además de poder pasear por el set que, la verdad sea dicha, está en unas condiciones pésimas, se puede caminar por los alrededores. Los edificios imitan la arquitectura de la época. En algún momento se debió de poder pasar al interior, pero en la actualidad no se permite adentrarse en ellos por peligro a que se desplomen encima de uno.
Se puede visitar una bonita playa de arena negra y un mirador en el que contemplar focas. 
El paisaje es una maravilla.



Proseguimos por la carretera que bordea la playa para ver los fiordos y nos adentramos, a continuación, por una vía algo incómoda y sinuosa hacia Mjóifjörður, uno de los fiordos más pintorescos del país. En el camino disfrutamos de paisajes impresionantes y bonitas cascadas, además de toparnos con un buque naufragado de la segunda guerra mundial.



Nuestra pequeña compañera de viaje se puso malita, se le revolvieron las tripas, quizás por llevar tantas horas en el coche, por lo que tras ver este fiordo nos dirigimos a Egilsstadir, lugar en el que nos tocaba pasar la noche. Por este motivo no pudimos acercarnos a Seyðisfjörður, el siguiente fiordo el cual también valoraban en la guía como un lugar digno de contemplar.

Desde la distancia oteamos el Lagarfljót Lögurinn o Fljótið, un río que a lo largo de su cauce forma un lago. Existe la creencia popular de que es el hogar de un monstruo similar al del Lago Ness, Lagarfljotsormurinn. Las primeras referencias de este ser datan del siglo XIV.

En la zona (a hora y media de Egilsstadir) hay una cascada de agua caliente, Laugarvellir, por si tenéis oportunidad de daros un baño. Además, a unos 5 km de Egilsstadir están los Vök Baths con tres piscinas a diferentes temperaturas.

Tras llegar al pueblo, registrarnos en el hotel y confirmar que Sofía se encontraba mejor, me fui a dar una vuelta por el lugar y a cenar en uno de sus restaurantes.


En esta ocasión nos alojamos en el Hotel Valaskjálf, un lugar cuyas habitaciones parecían haber sido renovadas recientemente, limpio, con aparcamiento gratuito y un desayuno que gustó más a la viajera más joven del grupo al contar con más dulces que en el resto.


Día 6 (Jueves 20/07): 

               

Tras un descanso reparador, la primera parada del día fue en la cascada Rjúkandafoss, una de las muchas que puedes ver en la Carretera 1. 


A continuación nos dirigimos hacia Dettifoss, la cascada más caudalosa de Europa. Es una espectacular catarata de 45 metros de altura y 100 de anchura en mitad de un paisaje lunar completamente desierto. La falla que creó esta cascada forma parte de la dorsal atlántica. La enorme brecha de la corteza terrestre divide Islandia en dos partes, cada una perteneciente a placas de continentes diferentes, americana y euroasiática. 
Esta cascada apareció en la secuencia inicial de la película Prometheus.
En este emplazamiento hay aparcamiento gratuito, merendero y baños, pero no hay bar alguno.



Siguiendo el camino marcado, llegamos a Selfoss, menos conocida que la anterior porque es más pequeña, pero para mí más bonita, pues se la podía contemplar en toda su magnitud. Tiene forma de herradura y 10 metros de altura.


Reanudamos la marcha, y nos trasladamos a Krafla. Una caldera volcánica de aproximadamente 10 km de diámetro situada a lo largo de una zona de fisuras de 90 km en el norte de Islandia, en la región de Mývatn.
El lado occidental de Krafla es un área geotérmica activa, rica en fumarolas y solfataras (manantiales de barro hirviente). Aquí también se encuentra el colorido pico Leirhnjúkur, un volcán activo de 525 metros de altura rodeado de ollas de barro y fumarolas, de ahí su nombre, que se traduce como «pico de barro».
El campo de lava de Leirhnjúkur es un verdadero espectáculo para la vista. El terreno negro, escarpado y de aspecto ruinoso es un testimonio de la energía volcánica pura de la Tierra.
En el lado noroeste de la caldera Krafla se encuentra Víti, un cráter de 300 metros de diámetro con un lago verde en su interior. El nombre Víti, que significa infierno, proviene de la antigua creencia de que el infierno se encontraba debajo de los volcanes.






Después nos dirigimos a Námaskard, una zona de fenómenos geotérmicos y solfataras con aguas mezcladas con barro que alcanzan los cien grados de temperatura. Está situado junto a la ladera oriental del monte Namajall, al este del lago Mývatn. La primera impresión es chocante, parece que te has trasladado a otro planeta y caminas por el terreno rojo de Marte. Y aunque es llevadero el andar por la zona, el olor es bastante intenso.
Aquí el parking cuesta 1200 coronas.



La siguiente parada del día fue Grjótagjá. Una pequeña cueva en la que existe una piscina natural de un bonito color azul. Fue utilizada durante décadas debido a las propiedades naturales de sus aguas termales. Sin embargo, cuando se produjo la erupción de los Fuegos del Krafla en las décadas de los 70 y 80, las autoridades se vieron obligados a prohibir el baño ya que las temperaturas superaban los 60ºC. En la actualidad, rondan los 43ºC. Y, aun cuando un cartel enorme avisa de que el baño está prohibido, siempre hay alguien que hace lo que le da la gana (y para muestra un botón).
Este lugar también aparece en la serie Juego de Tronos, cuando Jon Nieve pierde la virginidad con Ygritte, una salvaje. Y aunque hubo grabación realizada en ese lugar, a la hora de bañarse en las aguas termales tuvieron que marcharse a otro sitio, respetando así la prohibición.


Proseguimos hacia las formaciones de lava en Dimmuborgir (Hallarflötin). Para hablar de este lugar os tengo que poner en contexto. La Navidad en Islandia no es exactamente como la nuestra, en vez de tener Papa Noél o Reyes Magos, ellos cuentan con trece sucios troles, los Yule Lads, dirigidos por su madre, una gigante que devora niños y que se llama Gryla. Y aunque antiguamente estos 13 seres mitológicos tenían deformidades extremas, hoy por hoy, su imagen en más benévola. Ya no hacen bromas de mal gusto, se dedican a dejar regalos en el alféizar de la ventana durante 13 días, desde el 12 de diciembre hasta el día de Navidad. Durante la mayor parte del año, son muchos los que creen que estos troles viven en la fortaleza de lava de Dimmuborgir.
Lo más probable es que te encuentres con los Yule Lads aquí en Hallarflöt, donde les encanta saludar a los invitados, charlar con ellos o incluso involucrarlos en diversas actividades como cantar, bailar o tomar fotografías. Hay una pequeña cueva a la que llaman pvörusleikishellir o cueva del lamecucharas, donde todos pasan el rato durante los fríos días de invierno.
Los Yule Lads suelen encender un fuego en el centro de Hallarflöt y decorarlo durante la temporada navideña.
En las dos rocas que forman una silla (silla alta la llaman) los Yule Lads colocan una piel de oveja para que ellos mismos o sus invitados puedan tomar asiento. Es un lugar popular para hacerse una foto.
Dejando a un lado el folclore, es un sitio curioso de ver por las formaciones de lava. Se cree que son los restos de un canal de lava que se formó sobre un lago hace unos 2.300 años, atrapando el agua. Cuando empezó a enfriarse, el depósito, que se calcula que tenía 10 metros de profundidad, se liberó, dejando solo las formas creadas por el vapor.
En este lugar el parking es gratis, hay baño y bar.



Como decía, los Yule Lads se han vuelto más amables con el paso de los años, no así su madre Gryla que sigue siendo una trol aterradora. Esta gigante es una de las figuras más malvadas del folclore islandés. Aún hoy en día se les cuentan a los niños historias de terror sobre ella durante la época festiva. Se dice que a lo largo del año va recogiendo los susurros de los más pequeños que se portan mal y cuando llega el inverno, sale en su captura (algo similar a nuestro hombre del saco).
Su apetito por la carne fresca de jóvenes traviesos es insaciable y cada año encuentra a un montón de niños que introduce en un saco para cocinarlos en una olla y hacer un estofado gigante con el que se sustenta hasta el próximo invierno.
Por cierto, no vive sola, tiene un gato negro que es de su misma calaña, además de devorar a los niños que se portan mal, se come a los que no reciben ropa como regalo de Navidad.
En la actualidad, Gryla está casada con un trol llamado Leppaludi, de lo más patético, ya que vive intimidado y con miedo de su mujer puesto que sabe que se comió a sus anteriores parejas.
Como la imagen de Gryla asustaba tanto a los pequeños, en el siglo XVIII el parlamento de Islandia prohibió su uso para darles miedo, así que en vez de ser devorados, les dejan en los zapatos patatas podridas si son revoltosos.
Nosotros tuvimos oportunidad de encontrárnosla en Akureyri, pero se comportó.

La siguiente parada fue en los pseudocráteres de Skutustadir los cuales se localizan en los alrededores del lago Mývatn. La forma más sencilla de visitarlos es realizando una ruta alrededor del lago con tu vehículo.


Como podéis comprobar este día fue largo en cuanto a visitas se refiere, aún así tuvimos tiempo de relajarnos en los baños de Mývatn. Fuimos sin reserva, pero había sitio, por lo que accedimos al lugar sin problemas. Llevad vuestra toalla y bañador, porque aunque allí se puede alquilar una, la cobran. Cierran las piscinas a las 22:45 para que te dé tiempo a ducharte, ya que la hora del cierre el complejo son las 23:00.


Esa noche nos alojamos en Guesthouse Brekka. En este caso no había cerraduras inteligentes ni nada del estilo, el pobre hombre tuvo que esperar una media hora a que llegáramos. Ya que aunque el check-in era hasta las 23 horas, no conseguimos presentarnos a tiempo. Que sea completamente de día a horas tan tardías, hace que te despistes con facilidad.
Este guesthouse conforma en sí un pueblo repleto de diferentes cabañas. Aunque el baño era compartido, el lugar estaba limpio, había aparcamiento gratuito y el desayuno estuvo bien.


Día 7 (Viernes 21/07): 

 

Ese día comenzamos yendo a Húsavik, donde habíamos reservado una excursión en barco para avistar ballenas. Lo reservamos el día anterior mientras estábamos en el coche. Las empresas que revisamos fueron: 
El día se levantó muy nublado, apenas se veía a unos pocos metros de distancia, de hecho, creíamos que iban a cancelarnos la excursión que habíamos reservado a primera hora (a  las 8:45), no obstante, no fue así. Salimos a la mar sin apenas ver nada. Pero eso no impidió que lográramos observar ballenas y delfines, aun cuando éramos incapaces de ver al completo los tres barcos que nos acompañaban.
Aunque íbamos a tope de ropa, nos pusieron un mono impermeable y calentito con el que pensé que me asfixiaría, pero nada más lejos de la realidad. Ni idea de a qué temperatura estábamos en el barco, ahora bien, sin el mono me hubiera quedado como un témpano.
El viaje en la embarcación dura unas 3 horas y, antes de regresar a puerto, te invitan a un chocolate y un rico bollo de canela.



La siguiente visita fue a la cascada de Godafoss. Pese a no ser la más grande ni la más caudalosa, la mayor parte de las personas que regresan de visitar Islandia coinciden en que Godafoss es una de las más hermosas del país. Y yo me apunto al carro. Es una maravilla de la naturaleza. 
Goðafoss es conocida por todos los islandeses como “la cascada de los dioses”. El origen de este curioso y místico apodo se debe a uno de los hechos más relevantes en la historia del país: su cristianización en el año 1000 d.C. Según cuenta la leyenda, tras haber desterrado el paganismo en el Alpingi de Thingellir (el parlamento que visitamos al comienzo del viaje), Þorgeir Ljósvetningagoði (uno de los principales gobernantes de la isla por aquel entonces) lanzó al agua de Godafoss todos sus ídolos paganos, cambiando así los dioses vikingos por el dios cristiano.
La cascada la puedes ver desde la rivera derecha, izquierda e, incluso, desde la base siguiendo los caminos marcados. 
El aparcamiento es gratuito, hay bar, tienda y merendero. Allí nos acomodamos y nos preparamos unos sándwiches contemplando la belleza que nos rodeaba.


Terminamos el día visitando Akureyri que es la capital del norte de Islandia, la segunda ciudad del país fuera de la aglomeración de Reykiavik. Es también el principal puerto pesquero y la única ciudad relativamente grande junto a Húsavik. A pesar de ello no imaginéis encontrar una urbe gigantesca, Akureyri no supera los 18.000 habitantes. 
Aun situándose en el norte, la ciudad posee un clima templado gracias a su ubicación en un fiordo protegido. Su puerto de aguas libres, que no se hielan, ha jugado un importante rol en la historia del país.

La zona fue poblada temporalmente desde el siglo IX, perose fundó en 1778. Ha sido un centro pesquero y comercial durante toda la historia de Islandia, y fue una de las principales bases militares aliadas en la II Guerra Mundial. 

Además del sector pesquero, la fertilidad de la zona hace que Akureyri sea también un importante centro agrario islandés. La ciudad cuenta con una joven pero activa Universidad y además con el RES (The School for Renewable Energy Science), centro de investigación y formación en energías renovables. 
Por último, y como anécdota curiosa, Akureyri aparece en el cómic número 10 de Tintín, La Estrella Misteriosa.


Esa noche la pasamos en Flugumýri 2, una granja en medio de la nada. La propietaria fue encantadora y el lugar era limpio y agradable. Baño compartido y sin desayuno.
Nos recomendaron ir a cenar a Sauðárkrókur (en la costa) a media hora del alojamiento, allí podíamos encontrar restaurantes de mayor calidad que los de comida rápida de Skagafjörður, a 5 minutos. Si bien, decidimos quedarnos en el segundo pues estábamos agotados como para ir más lejos.


Día 8 (Sábado 22/07): 


Partimos camino de la península de Snaefellsnes o, como la denominan los islandeses, “la pequeña Islandia”, ya que concentra muchos de los paisajes más representativos de la isla. Esta península es famosa por la presencia del Snaefellsjökull, volcán a través del cual Julio Verne accedía al centro de la Tierra en su célebre novela. Veremos volcanes, playas de arena blanca y acantilados con formaciones basálticas en uno de los entornos más bonitos de la isla.


Comenzamos la jornada visitando Stykkishólmur, uno de los mejores lugares del país para sentir la auténtica esencia de Islandia. Su ubicación a orillas del fiordo Breiðafjörður, su pintoresco puerto y sus llamativas casas de colores logran conquistar el corazón de todo aquel que decide visitar la península de Snaefellsnes.
Stykkishólmskirkja: Tan llamativa como la Hallgrimskirkia (iglesia luterana de Reikiavik) o la Iglesia de Akureyri, fue diseñada por el arquitecto Jón Haraldsson. Además de por su curioso interior, la Stykkishólmskirkja destaca por su gran campanario blanco que parece asemejarse al esqueleto de una ballena.

Súgandisey: En la parte norte del puerto se encuentra esta isla de basalto, ideal para subir fácilmente hasta ella y disfrutar de unas espectaculares vistas del fiordo Breiðafjörður y sus islotes.


Almorzamos en el pueblo, en el restaurante Narfeyrastofa. Un lugar agradable con buena comida. Ahí probamos algunos de los platos típicos de la región: mejillones, salmón y cordero.


A 5 kilómetros de Stykkishólmur se encuentra Helgafell, una pequeña montaña que era sagrada para todos aquellos que veneraban a Thor, uno de los dioses vikingos. Como las mujeres no iban al Valhalla se especula que este era su destino tras la muerte.
Cuenta la leyenda que si se sube hasta arriba en silencio y sin echar la vista atrás, cuando llegas a las ruinas de la cima, mirando al este, se pueden pedir tres deseos.
La entrada nos costó 450 coronas (niños gratis).


Continuamos camino y llegamos a Budakirkja(Budir), una curiosa iglesia luterana en el diminuto pueblo de Búðir. Pese a no tener nada de especial en su interior (estaba cerrada, solo lo vimos a través de las ventanas), suele ser una parada obligada para los amantes de la fotografía ya que su fachada de color negro contrasta a la perfección con los paisajes de Sanefellsnes.

A los pies del glaciar Snaefellsjökull se encuentra Arnarstapi, una pequeña localidad famosa por aparecer en una de las sagas islandesas y por sus impresionantes acantilados donde viven miles de aves marinas.
Arnarstapi es un pequeño pueblo de la península de Snaefellsnes, ubicado al sur de esta y a orillas del océano Atlántico. Precisamente esta franja costera es su principal atractivo turístico ya que allí se encuentran sus impresionantes acantilados.
Los acantilados de Arnarstapi son uno de los paisajes más hermosos de Islandia. En ellos es posible admirar la inmensa cantidad de aves marinas que viven y anidan en los riscos. 


Gatklettur es uno de los mayores regalos que la naturaleza ha dado a este país. Se trata de un gran arco rocoso natural sobre el mar en el que anidan cientos de aves marina. A la derecha del arco principal existe una pequeña abertura en forma de círculo perfecto que le confiere un encanto aún mayor. 

La estatua de Bárdur es una llamativa escultura hecha a base de piedras de la zona que representa a Bárður Snæfellsás, uno de los personajes más famosos de las sagas islandesas por ser mitad hombre y mitad trol.


Proseguimos hacia Rauðfeldsgjá. A cuatro kilómetros de Arnarstapi se encuentra esta hermosa gruta que pasa desapercibida para la gran mayoría de los turistas ya que apenas se encuentra señalizada. Sin embargo, detenerse en ella es uno de los mejores planes que hacer en Snaefellsnes, ya que si las condiciones meteorológicas lo permiten es posible acceder a su interior y maravillarse con sus enormes paredes de roca y la furia de su río.


Después de esta visita nos acercamos hacia Hellnar, un pueblo de pescadores. Aquí apenas hicimos más que echarnos una foto en sus playas y acantilados. 


Por cierto, por la zona hay zorros árticos. Nosotros tuvimos la suerte de ver dos, uno cerca de uno de estos acantilados y el otro cruzando la carretera. Así que estad ojo avizor.


Continuamos hacia las playas de Djúpalón y DritvíkHay un aparcamiento en Djúpalónssandur, desde allí la caminata a Dritvík es de algo más de un kilómetro. 
El sendero nos guía a la playa de Djúpalón donde se hallan los restos del pesquero británico Epine GY7 que naufragó el 13 de marzo del 1948 debido a un fuerte temporal de mar. Se salvaron 5 de los 9 tripulantes. 
Cruzas esta playa y aparece otro sendero que te lleva a Dritvík.
La verdad es que las playas de arena negra son espectaculares, con las rocas volcánicas rodeándolas y con esas formaciones que las comparan con troles.


Al dirigirnos a Bikers Paradise en Ólafsvik, donde habíamos reservado un apartamento para los cuatro, cruzamos el pueblo de Hellíssandur. En el pasado este lugar fue un importante área de pesca, pero lo que nos llamó a nosotros la atención fue que muchas de sus paredes tenían murales pintados en ellas.


Retomamos la carretera hacia Bikers Paradise. Aquí también puedes llegar a la hora que quieras ya que te dejan las llaves en unos cajetines con código. Y aunque no hay desayuno incluido, tienes una cocina para prepararte algo de comer.
Como en el resto, el aparcamiento era gratuito.

Día 9 (Domingo 23/07): 


Mientras España se disponía a elegir en las urnas al futuro gobierno en unas elecciones generales (para las cuales nos llegó el voto poco antes de irnos, así que tuvimos oportunidad de enviar nuestra decisión), nosotros nos levantábamos tristes pues el viaje llegaba a su fin. Pero eso no quería decir que nos quedáramos llorando por los rincones, había que aprovechar el día al máximo y así lo hicimos.

Mientras que nos duchábamos y nos preparábamos para continuar, reservé la entrada del Blue Lagoon (https://www.bluelagoon.com/), la laguna azul, una de las atracciones más visitadas en Islandia. En Madrid ya habíamos comparado precios y su propia página es la más económica, pero si no disponéis de coche, hay empresas que te llevan y con las que puedes realizar multitud de excursiones, por ejemplo: CivitatisGet your guide . El caso es que si lo hubiéramos reservado cuando lo miramos en España, unos 10 días antes, nos hubiera salido algo más económico. También he de admitir que apenas quedaban horarios, solo las postreras horas del día que, al fin y al cabo, eran las que queríamos. Nuestra última visita antes de ir al aeropuerto.

Tras desayunar en el Guesthouse, nos dirigimos hacia Reikjavik. Llegamos a la hora de comer. Allí teníamos reservado un Free tour con Civitatis a las 15 horas. Por si no los conocéis, se realizan en muchas ciudades, son excursiones gratuitas en el que el guía te enseña lo más representativo de la ciudad. Están en muchos idiomas y suelen estar fenomenal. Al final de la excursión pagas una "propina" en agradecimiento. 

El guía se puso en contacto con nosotros para asegurar nuestra asistencia y ahí nos recomendó algunos lugares en los que comer. Fueron los siguientes:
  • Baka Baka, donde se puede tomar café, sándwiches y dulces.
  • Svarta, nos la mencionó por su sopa.
  • Seabaron, con brochetas de pescado, sopa y donde poder probar la carne de ballena.
  • Pylsa, un puesto de perritos calientes conocido porque Bill Clinton los cató y dijo que eran los mejores que había probado.

Nosotros, evidentemente, nos decantamos por el Seabaron. Estaba cerca del lugar donde comenzaba el tour y yo no pude resistirme a degustar la carne de ballena (exquisita, por cierto). Pero si no te atrae probar ballena, las brochetas están buenísimas. Además el sitio es económico, si no recuerdo mal es donde encontré la cerveza más barata, lo que tampoco es comparable a los precios de España. Para abriros el apetito:




Comenzamos la visita a la ciudad en el edificio Harpa (en el puerto), un centro de conciertos y conferencias donde un numeroso grupo de españoles esperaba junto con el guía.
Dimos un breve paseo por el puerto para, a continuación, adentrarnos en el interior. Y aunque el guía no nos llevó a ver el que se supone el monumento más fotografiado de Reikiavik, nosotros nos fijamos en él al llegar a la ciudad. Una escultura de acero que representa un barco a orillas del océano Atlántico y que se conoce como Viajero del Sol.
Callejeamos por la ciudad disfrutando de la casa más antigua, la zona más adinerada, el parlamento, la catedral luterana, el lago Tjörmin y, por supuesto, la iglesia Hallgrimskirkja que es el símbolo de la capìtal gracias a su fachada de hormigón y su torre de casi 75 metros de altura. El arquitecto que la diseñó se inspiró en las columnas de basalto que inundan el país y, en especial, en la cascada Svartifoss. Se puede subir al campanario y admirar las vistas de la ciudad, nosotros no lo hicimos. Para llegar a esta iglesia puedes ascender por una calle cuyo suelo está pintado como un arcoíris (Skólavördustiguir).


Después de esta visita, nos encaminamos a la Laguna Azul. Como decía, uno de los puntos que más atrae a por los turistas, las termas más famosas de Islandia. En el precio de la entrada (casi 100€) se incluye una toalla, que te dan cuando sales a ducharte, un pegote de barro para que te extiendas por la cara y una consumición. Ese fue el momento que aproveché para probar el vino tinto, ya que está a un precio prohibitivo y, como me imaginaba, era malo, malo, malo. Si me dicen que es similar a un vino de tetrabrik en España, pero a precio de oro, me lo creo.
El caso es que no son muy diferentes a los baños de Mývatn, un así, no podíamos dejar pasar la oportunidad. Habíamos reservado a las 19:00 horas y nos fuimos a eso de las 22:30. Disfrutamos del momento de relajación hasta el último minuto.



De ahí nos dirigimos al aeropuerto donde dejamos el coche de alquiler y cogimos un avión de regreso a Madrid. 
Nada más despegar pudimos ver un volcán en erupción, supongo que sería el Fagradalsfjall, ya que ya lo habíamos visto en las noticias antes de partir.


En efecto, volamos a horas intempestivas. Salimos a las 2:00 de la mañana, por lo que el viaje se hizo bastante corto puesto que lo pasamos durmiendo. Hubo quien trabajó ese día, pero yo no, ya no tengo edad 😁, así que en cuanto llegué a casa, me metí en la cama. Estaba baldada y, naturalmente, ya pensando en el siguiente.

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