"Gracias a todos esos amigos que siempre me piden opinión sobre los viajes que van a realizar, ellos me dieron la idea de hacer este blog.
En especial a mi amigo Jesús que me dio el empuje necesario para ponerlo en marcha. Y por supuesto a todos los que me leéis.
Un beso para todos vosotros. "

Alemania - Selva Negra


Agosto 2018


Día 1: Domingo 19 de agosto

Volamos a Frankfurt con la aerolínea LATAM Airlines. El vuelo venía desde Chile y hacía escala en Madrid, por lo que volamos con las comodidades de un vuelo transoceánico, es decir, nos dieron de merendar y había pantalla en la que jugar, ver películas, ver series, etc.  

Cuando llegamos a Frankfurt, nos dirigimos, siguiendo las señales del aeropuerto, a la zona de alquiler de coches. Hemos reservado desde la página www.rentalcars.com/es. La compañía que nos proporcionará el coche es Inter Rent y resulta que allí nos está esperando una furgoneta. Cuando llegamos al parking y la vemos, nos quedamos flipadas, nosotras habíamos reservado un Focus o alguno de su categoría, puesto que sabemos por experiencia que en su maletero nos caben ambas maletas. Pero, a ver dónde vamos con una furgoneta, ni siquiera nos vemos capaces de recorrernos el país con ella. Así que volvemos a la agencia y después de un cordial diálogo, se apiadan de nosotras y nos ofrecen un Focus automático, con navegador, estilo ranchera. Nos vamos muy contentas, puesto que es mejor que el que habíamos reservado. Menos mal que hacía poco que había alquilado otro automático y por ese motivo fuimos capaces de arrancarlo, porque si no, el ridículo hubiera sido mayúsculo. 



Llegamos al hotel. Nos alojamos en el Grand Hotel Empire, un cuatro estrellas bastante cercano al centro, está pegado a la estación central. Cabe destacar que la ducha está fuera del baño, está dentro de la propia habitación, hecho que nos parece extraño, aunque hemos de reconocer que ya lo sabíamos puesto que lo habíamos visto en las fotos publicadas por el hotel, en el momento de realizar la reserva. No es un hotelazo pero para pasar la noche nos vale. Está limpio y el desayuno es abundante, de lo mejor de todo el viaje. 

Después de dejar las cosas y estacionar el coche en un parking cercano donde nos hacen descuento por estar acomodadas en el hotel, nos vamos a dar una vuelta por el casco histórico. 


Damos un corto paseo, porque apenas hay luz para poder vislumbrar algo de la ciudad. De regreso, nos paramos a cenar en un asador de pollos, donde aun siendo un lugar en plan comida rápida, la atención y la comida son buenas. 

Día 2: Lunes 20 de agosto 


Nos marchamos de Frankfurt cogiendo la A5 durante una hora hacia el sur. Nuestro primer destino de hoy es Heidelberg, ubicado en el valle del río Neckar. Tiene fama de ser una de las ciudades más bonitas de Alemania y también una de las más románticas. Además, tiene el privilegio de albergar la primera universidad de Alemania que data de 1386. Como curiosidad, existe una antigua cárcel de estudiantes donde enviaban a los más díscolos. Visitamos Peterskirche, la iglesia más antigua de la ciudad (siglo XII). Aquí también se encuentra la calle peatonal más larga del país, la Haupstrasse, que durante casi dos kilómetros une la parte moderna de la ciudad con la antigua y desemboca en la Karlstor, la puerta de la ciudad de Heidelberg. 

Al final de la calle, llegarás a la plaza del Mercado, en donde está la Iglesia del Espíritu Santo, el Ayuntamiento, una fuente con la estatua de Hércules y la Casa Zum Ritter construida a finales del siglo XVI y de estilo renacentista. Este es uno de los pocos edificios que quedan en pie después de que se destruyera la ciudad en el siglo XVII. Nos acercamos al puente Carlos Teodoro donde puesde disfrutar de unas bonitas vistas del castillo. 

Para llegar a las ruinas del Castillo de Heidelberg existe un funicular, no recuerdo si estaba bajo el parking P12 o P14. De todas formas, nosotras subimos andando, hay unas escaleras que te llevan hasta él. Dimos una vuelta por los alrededores, pero no pasamos al interior. Desde el mirador del mismo castillo se puede disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad. 



Después de comer en Heidelberg, continuamos camino hacia Baden-Baden, ubicada casi en la frontera con Francia. Se trata de una ciudad balneario con villas modernistas y bonitos jardines, fue el lugar preferido de veraneo en la Europa de la belle époque. Sus aguas termales ricas en minerales son famosas y ya fueron aprovechadas en la Antigüedad por los romanos. 

Nosotras, tras dejar las cosas en el hotel, esta vez nos alojamos en un tres estrellas superior, Hotel Schweizer Hof, nos dirigimos a las termas Caracalla (http://www.carasana.de/en/caracallaspa/). Atravesamos el centro confirmando que las casas son bastante suntuosas. Estas termas, por lo visto, son las más visitadas, por eso las elegimos. Cogimos una entrada para estar dos horas, ya que gracias al hotel en el que nos alojamos, nos regalan una. Las dos horas cuestan 17€, si lo coges incluyendo sauna, como nosotras hicimos, son 20€ por persona. El incremento de hora son 3€ más. Hay que tener en cuenta que la zona de sauna es nudista, es obligatorio acceder sin bañador. 

Las aguas termales provienen de 12 fuentes distribuidas por la ciudad y tienen una temperatura de 45º hasta 69º. Hay tanto piscinas interiores como exteriores. Nosotras pudimos disfrutar de todas. 

En las termas no te dejan hacer fotografías, por lo que la que aparece a continuación está bajada de la propia web del centro.


Descubrimos otro centro termal, que creíamos que estaba dentro del complejo de las termas de Caracalla, pero cuando preguntamos resultó que eran otras. Me refiero a Friedrichsbad, unos baños en el interior de un templo. Tienen muy buena pinta, pero ya no pudimos verlo. 

Tras las fantástica tarde disfrutando de las piscinas termales, nos acercamos al centro a cenar y después dimos una vuelta por la ciudad para descubrir lo más importante del lugar. Como el casino y la Trinkhalle, una gran galería de columnas y murales. 


Día 3: Martes 21 de agosto 


Antes de abandonar Baden-Baden nos acercamos al Castillo Hohenbaden, construido en el siglo XII. La verdad es que está muy derruido y en el momento en que nosotras estuvimos había bastantes andamios, pero desde allí tienes unas bonitas vistas de la ciudad y del valle del Rhin.
Nuestra siguiente parada es Baiersbronn. Habíamos leído que este pueblo tiene unas propuestas gastronómicas fantásticas, ya que tres de sus restaurantes acaparan 8 estrellas Michelin. Dimos una vuelta por el lugar, pero nada que resaltar, una parada que nos podíamos haber ahorrado. Como ruta, nos recomendaron acercarnos a un lago, que se encuentra a 2,5 km del parking, y después subir a unas cascadas a 20 minutos del lago. También había opción de coger un teleférico para subir a la montaña y contemplar las fantásticas vistas. Pero nosotras elegimos continuar el recorrido que llevamos preparado. 

Ahora nos dirigimos a Alpirsbach, donde se encuentra un monasterio benedictino de más de 900 años, del siglo XI, uno de los monumentos románicos de la Selva Negra más antiguos. Se trata de un imponente edificio de piedra de roja. Visitamos el monasterio por dentro. La entrada fueron 6€ por persona, si llevas la tourist card te hacen un pequeño descuento. Enfrente hay una fábrica donde te muestran el proceso de elaboración de la bebida nacional, la cerveza. Hay visitas guiadas, pero nosotras no fuimos. Nos dirigimos directamente a la tienda a comprar alguna para probarla durante el viaje y para llevar a casa. 



Comimos rápidamente al lado del monasterio, ya que nos quedaba muy poco tiempo de parking. 


Hay lugares en los que aparcar es gratuito, pero solo tienes un tiempo determinado que se indica en el cartel del parking. Para ello, en el coche hay una especie de reloj donde indicas la hora de llegada, lo dejas en el salpicadero y me imagino que así controlan si cumples o no con el tiempo. 



Continuamos hacia Schiltach. Nos sorprendió la belleza del pueblo. Lo recomiendo. Está situado en la confluencia del río Schiltach y el Kinzig. Nos acercamos al punto de información que se encuentra en el Ayuntamiento (Rathaus) y con mapa en mano nos dirigimos a visitar todo lo que en él se indicaba. 

La plaza del mercado es el corazón de Schiltach, y se mantiene sin cambios en su forma actual desde el último gran incendio que asoló la ciudad en 1791. 
El Gerberviertel (barrio de curtidores) es la parte más antigua de Schiltach y se encuentra en la orilla del río.
El "Kirchensäge" (iglesia aserradero) tiene una rueda de un diámetro de 7.20 metros. Durante los siglos XVIII y XIX, Schiltach tuvo el monopolio del transporte de la madera de los árboles que se cortaban en los bosques de la Selva Negra hasta Estrasburgo. Los troncos se deslizaban por las laderas de las montañas hasta el río, donde se construían con ellos unas largas barcas de hasta 200 metros de longitud. Así emprendían un largo viaje bajando por el Kinzig hasta el Rhin y por él hasta los Países Bajos donde se vendía la madera.



Acabamos el día en Freudenstadt, conocida popularmente como la “Ciudad de la alegría” de la Selva Negra. Sin duda, hay que dejarse caer por la Marktplatz. Es impresionante. Es la plaza más grande de Alemania, 216m x 219m, rodeada de arcos y soportales. Por lo que leímos, estas dimensiones son debidas al proyecto de edificar en el centro de la nueva ciudad un palacio residencial que habría sido el mayor de Stuttgart. Está cruzada por dos carreteras, e incluso hay diferentes edificios en su interior. Con todo su contenido, cuesta verla como una plaza, no te da esa sensación. Podrás encontrar zonas ajardinadas, edificios históricos y fuentes. En una esquina se encuentra una iglesia construida en ángulo -toda una rareza- del siglo XVII. Nosotras no pudimos visitar su interior, cuando llegamos ya estaba cerrada, y cuando nos fuimos al día siguiente, aún no la habían abierto. Esta plaza también tiene una gran variedad de terrazas y tiendas. 


Subimos a la Colina Kienber, donde se puede contemplar la auténtica vegetación selvanegrina. Uno de sus senderos más populares es Roseweg, en donde encontrarás un camino que intercala esculturas y rosas. La verdad, es que a nosotras no nos llamó mucho la atención, apenas había rosas, puesto que no era época y las estatuas tampoco eran de ninguna relevancia. Subimos a la Torre de Federico desde donde se pueden contemplar bonitas vistas de la ciudad. 


Cenamos en un italiano en la plaza de Marktplatz, de los pocos lugares que estaban abiertos a la hora en que llegamos. 
Esa noche teníamos reservada habitación en el Hotel Krone, ubicado en la misma plaza. Desde luego, en ubicación un diez. 

Día 4: Miércoles 22 de agosto


Nuestra primera parada es en Gengenbach. Lo primero que hacemos, es ir al punto de información para hacernos con un mapa del pueblo y a continuación a visitar todos los puntos indicados. 
Este pueblo está rodeado de viñedos. En la plaza central nos encontramos con un mercado que como confirmamos más tarde solo está por la mañana. El ayuntamiento data del 1633 y se convierte en un calendario de adviento gigante en Navidad. 
En este lugar se rodó "Charlie y la fábrica de chocolate". En algún local vemos fotografías del director, Tim Burton, en la plaza. 
El interior de la iglesia es muy bonito, os recomiendo pasar, y ya sabéis que yo me saturo con las iglesias 😃.





Continuamos camino hasta Gutach, donde se encuentra el Museo al aire libre de la Selva Negra. Está justo antes de entrar en el pueblo, en la B294 desde Gengenbach. 
Antes de entrar hay varios restaurantes, nosotras comimos algo rápido en un puesto pegado al aparcamiento. 
En este enclave podrás pasear alrededor de casas típicas, granjas con animales y ver diferentes exposiciones que te muestran la forma de vida de la zona y las costumbres de los campesinos de la región (www.vogtsbauernhof.org). La entrada cuesta 10€ por adulto. Tener en cuenta que el parking cuesta 4€ pero si lo llevas a la taquilla del museo, te cobran la mitad, 2€. 



Continuamos camino hacia Triberg. Es famoso por sus relojes de cuco que encontrarás en sus tiendas de todos los tamaños y formas posibles. Aquí se encuentran los relojes de cuco más grandes del mundo. Por una parte está el Weltgrößte Kuckucksuhr, que data de los años ochenta. Y por otra, el Eble Uhren- Park, ya a las afueras, que es el que oficialmente está inscrito en el libro Guinness de los Récords. 
Además, este lugar nos ofrece unas espectaculares imágenes de las cataratas del río Gutach, cuyo salto de agua desciende más de 160 metros de altura y consta de hasta siete niveles diferentes. Estas son las cataratas más populares de Alemania. Aunque para llegar a ellas tendrás que pagar la entrada del parque en el que se encuentran, 5€ por persona. También te venden cacahuetes para dar de comer a las ardillas, la gente se los iba comiendo, supongo que por la falta de ardillas, yo, desde luego, solo vi una. 
No os imaginéis un salto de 160 metros, porque como digo están escalonadas. Son chulas, pero tampoco para tirar cohetes. Nosotras subimos por el camino y cuando terminaron las cascadas seguimos un poco más, sin saber qué esperar. Entonces, nos encontramos a una mujer con su hija que esperaban al marido y al hijo, así que los llamaron y nos dijeron que más arriba ya no había cascadas, cosa que nos imaginábamos porque habíamos pérdido el río. Nos indicaron que había un parking y algunas casas. Así que dimos marcha atrás y volvimos por otro camino, uno que encontramos y que cruzaba el río, pensábamos que iría paralelo al río pero por el otro lado, sin embargo enseguida nos dimos cuenta de que no era así. Preguntamos y nos dijeron que llegábamos a un lago en lo alto del pueblo, por lo que continuamos. 


Bajamos hacia la Markplatz después de toparnos con el lago y entramos en La tienda de los mil cucos, a ver los relojes tan chulos que allí había. 

Habíamos leído que las tartas de la selva negra estaban especialmente ricas en este pueblo, ya que cuentan con la receta original de la tarta que data de 1915. Dimos algunas vueltas buscando donde probarlas, al final encontramos un restaurante y mi compañera la probó, como a mí el chocolate no me va, me decanté por una de queso que estaba muy rica. La tarta de selva negra no es toda de chocolate como la conocemos en España, tiene nata y cerezas, y está bañada en kirsch, el famoso licor de cereza silvestre producido en la Selva Negra. 

Para finalizar la visita, fuimos a ver los enormes relojes de cuco que mencionaba al principio. Se puede visitar el interior para ver el funcionamiento, pero nosotras llegamos tarde, ambos estaban cerrados. Uno solo tuvimos posibilidad de verlo desde la carretera, donde dejamos el coche donde pudimos para hacer la foto 😋.



Esa noche llegamos a Friburgo. Nos alojamos en el Intercity hotel, pegado a la estación central y a unos minutos andando del centro. Dejamos el coche en el parking de al lado, es público, pero nos hacen descuento por estar alojadas en el hotel. Aquí pasaremos dos noches, ya que mañana nos dedicaremos a visitar la ciudad. 
Antes de acostarnos, vamos a cenar a una zona donde los restaurantes aún están abiertos, tal y como nos han dicho en la recepción, un par de calles más allá del hotel en dirección al centro. Casi todos los restaurantes que nos encontramos son internacionales, ningún alemán, así que nos decantamos por un japonés, donde comemos un ramen muy rico aunque algo picante 😜. 

Día 5: Jueves 23 de agosto


En el hotel de Friburgo no tenemos contratado desayuno, por lo que nos dirigimos al centro,. Desayunamos en la primera cafetería que nos encontramos. 
Como siempre, nuestra primera parada es el punto de información donde nos cuentan poco del lugar y nos venden un plano por 1€. Una de las primeras personas desagradables con la que nos topamos. 
En el plano nos recomiendan hacer un recorrido en el que se visita prácticamente todo lo interesante de la ciudad. Así que lo seguimos. 
Es curioso ver que en muchas tiendas hay mosaicos a la entrada, estos te informan de lo que se vende en el comercio, fijaros en ellos que no tienen desperdicio. 





También hay pequeños canales, como desagües, donde leemos que la gente se sienta a remojarse los pies para refrescarse o los niños juegan con barcos de juguete. Cuando estuvimos nosotras, estaban secos, por lo que no tuvimos oportunidad de ver esta curiosidad. 
Como el día anterior, en la plaza de la catedral nos encontramos con un mercado que solo estará durante la mañana. La Catedral es del siglo XI, un edificio imponente, aunque nosotras nos lo encontramos en obras. Por ahora es la tónica habitual, tanto los monumentos como las carreteras están en constantes obras. 


Existen dos puertas medievales de entrada, la puerta de Martín y la puerta de Suabia. Se conservan intactas y en la segunda se puede contemplar un gran mural de San Jorge. Mi amiga se compró una botella de agua en un McDonalds al lado de una de las puertas y le clavaron 3,19€, mejor comprad las bebidas en algún puesto de la calle 😓. 


Después de visitar la ciudad, volvemos a la plaza de la Catedral a comer en una de sus terrazas. Como la visita ya la hemos terminado pensamos en ir a St. Peter, un pueblo que está cerca, a ver su Abadía, pero no tenemos ganas de coger el coche, por lo que buscamos un plan alternativo y decidimos ir a un spa. Cambio radical de opinión, qué se le va a hacer, pero es que ya tenemos una edad. 
Gracias al google maps, encontramos un par de ellos cercanos al centro. El primero está completo, pero en el segundo nos atienden de inmediato. El masaje estuvo bien, sobre todo para mi amiga, porque a mi en uno de los estiramientos me rompieron, salí con una de mis contracturas dando la lata, por lo que un ibuprofeno y a continuar tirando millas. 
Habíamos leído que subiendo el funicular que hay cerca del centro, en la parte alta, hay unas vistas bonitas de la ciudad, pero nosotras nos encontramos con que los árboles tapaban esta vista, por lo que nos fuimos un poco decepcionadas. Arriba apenas hay nada más que ver, solo un restaurante en el que ni paramos a tomar un refresco puesto que los precios eran abusivos. Así que nos volvimos al centro. El precio del funicular fue de 5,50€ ida y vuelta que fue lo que cogimos, y 3,30€ si solo coges un sentido. Tened en cuenta que hay que llamarlo como si fuera un ascensor, por si no lo veis dirigiéndose a vosotros. 


Después de tomar algo en la plaza para refrescarnos del calor, nos fuimos al hotel. Momento en el que cayó una tormenta. Aprovechamos para coger el tranvía, puesto que en el hotel nos habían dado de forma gratuita una tarjeta de transporte para movernos por la ciudad, válida para tranvía y bus. 

Día 6: Viernes 24 de agosto

Nuestra primera parada del día es St. Peters, como comentaba, allí se encuentra una abadía benedictina, pero por donde nos lleva el navegador está cortado, seguimos encontrándonos con obras. Decidimos irnos a Titisse directamente, lugar donde se encuentra el lago del mismo nombre, lago Titi para nosotros. Es uno de los lagos de origen glaciar más importantes y turísticos del sur de Alemania. Este popular lago tiene 2 kilómetros de largo por setecientos metros de ancho. En invierno, por lo visto llega a helarse, pudiendo caminar sobre él. Nosotras disfrutamos recorriéndolo en barco. El trayecto dura unos 25 minutos y cuesta 5€. También hay posibilidad de coger una barca con motor por 18€ la media hora y otras a pedales por 7€ la media hora. 
También es interesante recorrerlo a pie o en bicicleta, que puedes alquilar aquí, rodeándolo. Nosotras recorremos un trozo de camino, la parte que nos han dicho en el punto de información que es más bonita, pero no lo rodeamos al completo. 



Hemos comido en uno de los restaurantes que hay con vistas al lago que estaban bien de precio, Bergsee. 
Después hemos dado una vuelta por la calle principal aprovechando para comprar algunos recuerdos que llevarnos a casa.
Hoy se ha levantado un día frío que anunciaba tormenta, justo en el momento de irnos ha empezado a llover, menos mal que nos ha respetado la visita. 

Seguimos camino hacia el lago Schluchsee. Aunque es mucho más grande que el lago Titi, aquí no hay tanto turismo y el pueblo no está lleno de tiendas. Nuestra intención era bañarnos, pero el tiempo no nos acompaña. De hecho, en cuanto hemos dejado las maletas en el hotel, ha comenzado a diluviar. Hemos esperado un rato a que escampe y nos hemos dirigido a dar una vuelta por el lugar. La plaza de la iglesia es bonita, con un pato de flores, y una clásica iglesia, cuyo interior sorprende por su modernidad. 


Hemos bajado al lago y de camino nos hemos topado con algunas esculturas florales que nos han llamado la atención, un pavo real, un tren, todas ellas son curiosas de ver. 






Como en el anterior, puedes hacer trekkings alrededor del lago, alquilar bicicletas o montar en barco o en alguna barca que alquiles. En nuestro caso, ya estaba todo cerrado cuando llegamos, así que hemos dado un paseo siguiendo un camino asfaltado, paralelo a las vías del tren. 



En esta ocasión, nos alojamos en un bonito hotel rural Wochner’s Hotel Sternen. 
Cenamos en un italiano en la plaza de la Iglesia que se estaba llenando de gente, supusimos que sería bueno, y hay que reconocer que la comida no estuvo mal. Pero como anécdota, en mi copa de lambrusco me encontré con un bicho y no tuvieron el detalle de traerme otro, tuve que pedirlo yo, puesto que la frasca, que ya le quedaba solo la mitad, no contenía bicho alguno. Como yo no tenía claro si el autoinvitado venía de la frasca o del techo, que fue de lo que intentaron convencerme, seguí pidiendo frasca de sustitución hasta que la conseguí. Luego el camarero, al darme la cuenta, me detalló que solo me habían cobrado una. Evidentemente. 😱

Día 7: Sábado 25 de agosto 


Hoy teníamos pensado darnos un bañito en el lago Schluchsee, pero no hace bueno, hace mucho frío y está lloviendo, por lo que nos dirigimos a nuestra siguiente parada, el Castillo de Hohenzollern. 
Como viene siendo costumbre, nos encontramos con carreteras cortadas por obras, al desviarnos, aparecemos en un pueblo llamado Rottweil. Nosotras no paramos, le echamos un vistazo desde el coche porque estaba lloviendo, pero si tenéis oportunidad no dejéis de visitarlo, tiene muy buena pinta. 
Por fin logramos encontrar un camino alternativo al castillo gracias al google maps. 
La entrada al parking nos costó 2€ y la entrada al castillo 12€ por persona. Hay un shuttle que te lleva del parking al castillo, nos dijeron que andando eran unos 20 minutos, pero como sigue lloviendo, decidimos comprar un ticket para subir. El precio es de 3,30€ ida y vuelta, 2€ solo ida. 

El Castillo de Hohenzollern es uno de los palacios más bonitos de Alemania, según nos cuentan. Desde luego, no tiene nada que envidiar al castillo del Rey Loco, un castillo que siempre me ha parecido impresionante. Está ubicado sobre la colina que le da nombre y en donde residió la dinastía Hohenzollern. Aquí se han erigido diferentes castillos. El primero, del siglo XI, fue abandonado hasta el siglo XIX. En esa época, el rey Federico Guillermo de Prusia mandó reconstruir el palacio, esta vez con un estilo neogótico inglés, y únicamente conservó la capilla de San Miguel original. Se pueden visitar diferentes salas, incluidas algunas de las habitaciones y la Cámara del Tesoro, en donde se guardan las reliquias de la corona prusiana. 
Nosotras comimos en el mismo castillo que contaba con un pequeño restaurante. 



Seguimos camino hacia Mössingen, donde hemos reservado habitación. Esta vez nos toca el Fischer’s Hotel. Dejamos las cosas y damos una vuelta por la localidad. Después de comprobar que no hay nada interesante qué hacer ni qué ver, decidimos acercarnos a Tubinga (Tübingen). 


Tubinga es una ciudad universitaria y se nota, hay mucha gente joven. Es en el primer sitio que hemos encontrado vida nocturna, nos hemos topado con bares de copas 😉. 
Por lo visto, una diversión popular es la carrera de barcas alrededor de la isla de Neckar, el equipo que cruza la línea en primer lugar recibe un barril de cerveza, el equipo perdedor deberá beber medio litro de aceite de hígado de bacalao. Divertido, verdad? 


Recorremos la ciudad que también nos sorprende por su belleza. La plaza del Mercado, donde se encuentra el Ayuntamiento y la fuente de Neptuno es digna de admiración. El ayuntamiento fue construido en 1435 como un edificio de tres plantas, en 1508 fue ampliado y en 1511 se le añadió un decorativo reloj astronómico. 


A la catedral no pudimos entrar, a las horas a las que llegamos evidentemente estaba cerrada, al lado de la puerta principal se encuentra una fuente que representa a San Jorge matando al dragón. 
Subimos a ver el castillo, que también estaba cerrado. Dimos una vuelta por la Universidad y nos fuimos al centro a cenar. Teniendo en cuenta las reseñas de los restaurantes de la zona entramos en uno muy bonito, Weinstube Forelle, un edificio histórico en el que hemos cenado muy bien. Tras una copiosa cena nos volvemos al hotel, hacia Mössingen de nuevo. 

Día 8: Domingo 26 de agosto

Esta mañana nos hemos dirigido hacia el Castillo de Lichtenstein, localizado en los Alpes de Suabia. Su espectacularidad radica en su ubicación, al borde de un precipicio, como si estuviera colgado sobre la piedra. Se construyó con un estilo neogótico en el siglo XIX sobre otra antigua fortaleza y, desde entonces, es propiedad de los Duques de Urach. 
El parking nos ha costado 2€ y la entrada al castillo con visita incluía 8€. Para que la visita la realicen en inglés hay que reservar con antelación, como nosotras no lo hemos hecho, la realizamos en alemán, con información que nos han dado al entrar. Esta información nos ha costado 1€ de depósito, al devolver la hoja nos lo han devuelto. 
Para acceder al castillo tendrás que cruzar un puente colgante. En el interior, visitas dos plantas aunque está formado por cuatro, las otras dos no se visitan por seguridad, puesto que no está en muy buen estado tras la Segunda Guerra Mundial. Podrás visitar, por tanto, parte del torreón y diferentes salas. Por lo que hemos leído, cierra durante los meses más fríos. Así que consulta horarios antes de planificar el viaje. 


Nuestra siguiente parada es Stuttgart, donde estaremos dos noches. Tras dejar el equipaje en el hotel, City Hotel Stuttgart, nos vamos a comer al centro. 
Comemos en lo que era la antigua cancillería, ahora restaurante, Alte Kanzlei, lugar que nos ha recomendado el google. 
Tras comer, nos dirigimos al punto de información a hacernos con un mapa y comenzar la visita. Vemos que la ciudad no es muy grande, que en una tarde visitaremos lo más importante, así que le preguntamos lugares donde ir al día siguiente. Nos recomiendan dos pueblos cercanos: Ludwigsburg, donde hay un palacio para ver y Esslingen, un pueblo del estilo típico a los que estamos viendo en la Selva Negra. Así que nos los apuntamos para el día siguiente. 
Se dice que Stuttgart es la ciudad de los ingenieros, sobre todo de coches, aquí se encuentran las fábricas de Mercedes-Benz y de Porsche, cuyos museos recomiendan visitar. En el punto de información nos han dicho que los lunes están cerrados, por lo que al día siguiente no podemos ir a verlos, y hoy, domingo, ya no nos da tiempo, llegaríamos casi a la hora del cierre. Así que nos quedamos sin verlos. En el de Mercedes-Benz, se encuentra el primer vehículo de gasolina de la historia. Y en el de Porsche, el 911 GTI que ganó en Le Mans en 1998. 
Comenzamos la visita de la ciudad por la Königstrasse, calle en la que se encuentra el punto de información, además de estar llena de tiendas, aunque al ser domingo, todas están cerradas. Lo mismo en Calwerstrasse, otro lugar recomendado para comprar. 
La plaza Schillerplatz es la más antigua, es donde se encuentra el ayuntamiento. Se puede visitar la Catedral, el castillo antiguo, que alberga el museo Nacional de Wurtemberg, el castillo nuevo, el último de estilo barroco edificado en el país, etcétera. 



Nosotras nos hemos encontrado con que están montando multitud de puestos, por lo que estorban para las fotos, y además, al no estar montados no nos ofrecen gran cosa. Hemos visto que en septiembre suelen poner un mercado, no sabemos si es eso lo que se está organizando. Por ahora, todos dan la pinta de ser para tomar y picar algo. 
Terminamos nuestra visita comiendo un crepes en uno de los puestos que hay en la calle. Riquísimo.
Y para relajarnos y descansar, nos sentamos en el enorme parque que hay delante del castillo nuevo, en donde se reúne gran parte de la población, sentándose en el césped y disfrutando del lugar. 
Regresamos al hotel, dando una vuelta por la ciudad iluminada. 

Dia 9: Lunes 27 de agosto


Esta mañana nos hemos levantado con el pie izquierdo o nos ha mirado un tuerto, parece que no estamos teniendo suerte. 
Nuestra primera parada es Ludwigsburg para ver el palacio que nos recomendaron el día anterior en el punto de información. Al llegar, cuando aparcaba, doy un toque al coche de delante, uno de esos toques suavecitos que no se notan. Pues de la nada aparece un hombre que para desgracia nuestra es el dueño del coche. El hombre llama a la policía para hacer el parte. Cuando, como es evidente, no había ni roce, ni rayón, ni nada de nada. De hecho, hasta comprobó que el sensor delantero de su coche funcionaba. Quince o veinte minutos después llega la policía que revisa ambos coches, sin encontrar nada. Y aunque creemos que están tan sorprendidos como nosotras, me toman los datos por ser la conductora. No firmamos nada del seguro, porque no hay nada que firmar. El dueño del otro coche está muy preocupado porque haya algún fallo mecánico en el interior del coche, que no se detecte a primera vista. Como es lógico, yo de digo al policía que si se detecta algo puede ser de ayer o de la semana anterior. Y él parece ser comprensivo y estar de acuerdo. 
Cuando terminamos con esta anécdota del viaje, nos dirigimos al palacio que tiene muy buena pinta. Entramos por la que creemos la entrada principal del palacio, que es la frontal, desde la que se ve todo el lugar en todo su esplendor. Pagamos 9€ cada una y 0,5€ por un plano en italiano. Cuando llegamos al palacio resulta que esa entrada no sirve, que solo vale para ver los jardines. A ambas se nos queda cara de tontas. Así que visitamos los jardines, muy interesantes para los niños, pero no para nosotras. Hay una zona de aves, un pequeño parque de atracciones para los más pequeños donde pueden hacer un corto recorrido en barca o en tren y multitud de casetas donde las propias figuras cuentan un cuento, por supuesto, en alemán. 
Cuando salimos del jardín, intentamos comprar ticket para ver el palacio, pero para la siguiente visita guiada queda casi hora y media. Así que decidimos continuar con las visitas que teníamos planeadas. 


Llegamos a Esslingen, donde en su plaza principal entramos a un restaurante que aún nos sirve comida y eso que son más de las 15 horas. Ahí comemos los platos típicos: salchichas y el Maultaschen, que es carne picada que a mí me sabe a salchicha, con espinacas, envuelta en pasta, acompañada por la típica ensalada de patata, que por cierto, está muy rica, como las patatas al alí olí pero sin mahonesa. 


Nos vamos al punto de información a por un plano por el que nos cobran 0,25€ y empezamos a patearnos el bonito lugar. 
Esslingen es el pueblo que tiene las casas de entramado de madera más antiguas de toda Alemania. Tiene tres ayuntamientos, aunque no todos se usan como tal. El ayuntamiento viejo es el que más destaca, este edificio cuenta con un reloj astronómico con su mecanismo original de 1591. Se encuentra en la Marktplatz. 
Hay tres torres de acceso a la ciudad, la más conocida es la Schelztorturm, con un fonambulista manteniendo el equilibro.
También, hay tres iglesias, la iglesia de san Dionisio (con su doble torre, ambas unidas por un puente), la catedral de San Pablo y la iglesia de Nuestra Señora (gótica flamígera).
Subimos al castillo, para llegar hay que subir algo más de 300 escalones, pero las vistas merecen el esfuerzo. Lo que hoy queda de la antigua fortaleza son unas atalayas con torres de vigilancia. Desde arriba se ven el pueblo y los viñedos. 




Terminamos el día regresando a Stuttgart en donde vamos a unas termas, las Mineral Bath Cannstatt. Nos cobran 17,50€ a las dos por entrar. Nosotras aparcamos en el parking de las propias termas, en tal caso hay que pagar dentro de las mismas para que hagan descuento. Nosotras fuimos a pagar frente a las taquillas y nos cobraban 20€, la cara que se nos quedó debió de alarmar a la mujer que estaba en la taquilla porque en seguida nos dijo que se pagaba dentro, entonces el precio se redujo a 1€. Qué alivio. 
Estas termas son más pequeñas que las que visitamos en Baden Baden. La atracción principal es su piscina con agua carbonatada. 
Tras relajante baño, volvemos al hotel y cenamos en el primer lugar que vemos abierto y que nos dan de cenar, puesto que ya eran casi las 23 horas. 

Día 10: Martes 28 de agosto


Hoy abandonamos Stuttgart y nos dirigimos a Calw. Aquí se encuentra la casa natal del escritor y premio Nobel Hermann Hesse. Aunque no es su único reclamo. El centro está lleno de casas de madera y antiguas fuentes que recuerdan cómo era la vida en la época más rural. Por supuesto, estaba todo en obras.


Si tienes tiempo, también vale la pena acercarse a las ruinas del Monasterio de Hirsau, que datan del siglo XI. La entrada a este monasterio es gratuita, así que hemos dado una vuelta por el recinto. 


Después, hemos ido al castillo Zevelstein, un castillo también derruido con unas vistas muy chulas desde su torre de los inmensos bosques de la Selva Negra. Un buen lugar para despedirnos. La subida a la torre han sido 0,50€. Hemos comido en el pueblo, en un hotel con una terraza al bosque. 


Continuamos hacia Bad Wildbad, donde hay unas termas que dicen son las segundas mejores del país, detrás de las de Baden Baden. Esta localidad es famosa por sus aguas termales y por ser sede del Festival Internacional de Ópera Rossini in Wildbad. Nosotras vamos a Palais Thermal (https://www.palais-thermal.de/). Por tres horas, incluidas saunas, nos cobran 19,5€ por cabeza. El parking de las termas nos resulta gratis las tres primeras horas, el resto del tiempo hay que abonarlo (nos sale por 1€). 
Qué decir de estar termas, me dejaron boquiabierta, no me lo esperaba. Constan de cuatro plantas. En la primera hay pequeñas habitaciones con piscinas, alrededor columnas, preciosas vidrieras y estatuas, al más estilo romano. La segunda planta está llena de saunas, y un baño turco, acompañados por las piscinas de agua fría. La tercera planta tiene una sauna oriental, a partir de aquí obligan a ir desnudo, aunque en el resto casi todo el mundo va como su madre lo trajo al mundo 😊. Y la cuarta planta, es la terraza, hay una piscina, una sauna y un solárium, puedes contemplar el paisaje mientras te remojas en la piscina o tomas el sol. A mí me llama la atención estar en la terraza y que todos los pisos de alrededor puedan ver a los nudistas 😱. 
Si tenéis oportunidad, yo os recomiendo encarecidamente visitar estas termas. Como en el resto, no se permiten hacer fotografías, por lo que las que os muestro a continuación están publicadas en internet, no son mías.

 



Y ya terminando nuestro viaje nos dirigimos a Frankfurt, donde pasaremos la última noche en el Hotel an der Messe. El que reservamos la primera noche estaba más caro, así que a ver qué tal está este. La habitación es enorme en comparación con todos los hoteles por los que hemos pasado en este viaje, aunque también hay que decir que está algo alejado del centro.

Día 11: Miércoles 29 de agosto


Esta tarde volamos hacia Madrid con la misma compañía aérea que vinimos, LATAM Airlines. Pero antes de marcharnos nos vamos al centro a visitar Frankfurt, ya que al llegar la vimos por la noche y mal.
He de reconocer que después de todo lo que hemos visto durante el viaje, esta ciudad no me llama mucho la atención. Tras hacernos con un mapa en el punto de información situado en la plaza del ayuntamiento, Römemberg, damos una vuelta por el lugar.
En la plaza Römemberg, como decía, se encuentra el Ayuntamiento que, a su vez, es la casa del Romer, el alcalde. 
A pocos minutos de aquí, la Catedral de San Bartolomé con otros edificios laicos. En primer lugar, te sorprenderá por su color, puesto que fue construida con arenisca roja, y por su gigantesca torre de 96 metros a la que se puede subir para contemplar las vistas de la ciudad. 
En esta ciudad se encuentran los edificios más altos de Alemania, la llaman la ciudad de los rascacielos. 




Otro de los puntos fuertes de esta ciudad es la cultura, hay gran cantidad de museos y muchos de ellos son punteros en Europa. Llama la atención el Museo Judío de Frankfurt, aunque el más destacado es el Städel Museum, en donde podrás disfrutar de obras de los autores más importantes de la pintura universal. No faltan ni Picasso, ni Renoir, ni Rembrandt. Nosotras nos entramos en ninguno de ellos, así que no os puedo confirmar si merecen o no la pena.
Si viajas con niños se puede visitar el Kinder Museum, un espacio diseñado para el entretenimiento de los más pequeños de la casa, muy cerca se encuentra el zoo.

Tras comer en un puesto enfrente de la Òpera vieja, regresamos a por el coche que hemos dejado enfrente del hotel. De ahí al aeropuerto...

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